jueves, 16 de octubre de 2014

CUARTA PARTE

A partir de este momento no hay más reglas ni escenarios que las ruinas de nuestros ancestros.

Nos obsequiaron este lenguaje lleno de baches insondables sobre tener el control y perderlo
pero a mi eteromanía le basta un párrafo
Así que no te quejes si escribo esta clase de mierda

Complacer a otros me aturde más que esconderme en el templo y buscar la grieta de una prehistoria rígida. Ya no queda que aprender
Que la tierra nos corrija mientras nos odiamos y ocultamos en el quehacer inútil
¿Conocés a alguien que haya aplaudido al invierno húmedo?
Nadie escarba en él y sólo caminamos a refutar alguna consumación
Casi nadie percibe la belleza

A veces camino en la luz, a veces paseo en la sombra
A veces no me doy cuenta que los extremos que se chocan
son un mismo lugar

Tengo un trabajo de ocho horas que me disgusta
Tengo un día libre para hacer lo que me plazca
Tengo la estúpida idea de que el mundo gira a mi alrededor y contarte las cosas que me pasan
Tengo un amor que me abandonó
Tengo terror a enamorarme de nuevo
Tengo una mueca de cinismo en el rostro cada vez que lo comento
Tengo algo de imaginación
Tengo ganas algunas noches de sentirme vivo
Tengo problemas de comunicación, no es el menor de mis males, también escribo
Tengo mecanismos de defensa y el inconciente reprimido
Tengo noches en que se desata y no vuelvo a quedarme dormido
Tengo un lugar donde estar y el inseparable amor filial al que nos acostumbramos
Tengo mensajes sin contestar de personas que no soportamos
Y tengo este cuerpo marcado, igual que todos, sólo por unos años
con esa maldita costumbre de oír la música del próximo invierno al nacer este verano

Escucho la música, embriagado
si me quedase sordo tendría más tiempo de leer
si me quedase ciego escribiría mis pensamientos
si perdiese mis manos aún continuaría pensando

y si acaso muero, te juro, no creo que sea algo tan malo